Hace unos días, alguien me dijo algo que me dejó reflexionando profundamente. Me preguntaron: ¿Cómo puedes verte tan bien y seguir trabajando si estás de luto? La pregunta no solo me impactó, sino que me hizo darme cuenta de lo poco que entendemos el dolor y cómo cada persona lo vive a su manera.
La verdad es que el dolor no tiene un solo rostro. No hay una fórmula exacta para llevarlo, ni un manual que dicte cómo debemos lucir o comportarnos cuando atravesamos una pérdida. El dolor es personal, íntimo y, muchas veces, invisible.
Perder a mi mamá fue como romperme desde adentro. Pero en lugar de dejar que esa ruptura me paralizara por completo, entendí que el dolor no podía simplemente apagarse. Tenía que sostenerlo, no para ignorarlo, sino para convivir con él mientras seguía funcionando, trabajando, siendo mamá y manteniendo en pie todo lo que he construido.
El dolor no te detiene, pero te transforma
En este proceso, he aprendido algo valioso: el dolor no siempre te inmoviliza. Puedes llorar por las noches y trabajar durante el día. Puedes sentir tristeza y, aun así, encontrar momentos de alegría. No se trata de esconder lo que sientes, sino de darte permiso para vivirlo a tu manera.
Sin embargo, me doy cuenta de que muchas personas no entienden esto. Vivimos en un mundo que, en su mayoría, juzga desde el ego. Esa pregunta que me hicieron no venía desde un lugar de empatía, sino desde un lugar de comparación, de “¿cómo es que tú puedes, si yo no lo haría así?” Es algo que veo constantemente: muchos proyectan sus propias expectativas y miedos en los demás, olvidando que cada uno tiene su propio ritmo, su propia forma de sanar.
Respetar mi tiempo y el tiempo de los otros
La pérdida de mi mamá también me enseñó algo más: la importancia de respetar los tiempos propios y los de los demás. No todos viven el duelo de la misma forma. Algunos se aíslan, otros encuentran refugio en el trabajo, algunos lloran en silencio, otros buscan compañía. Y todo está bien. No hay una forma correcta de vivir el luto, porque no hay una forma única de sentir.
Si algo puedo compartir hoy, es que debemos dejar de mirar el dolor ajeno como si fuera un reflejo de lo que nosotros haríamos. No es justo ni humano imponer expectativas a quienes están lidiando con pérdidas, cambios o transformaciones profundas.
El acto de sostener el dolor
Sostener el dolor no significa ignorarlo. Es aceptar que está ahí, convivir con él y aprender a moverte con su peso. Para mí, eso implica seguir adelante por mí, por mi familia y por todo lo que quiero construir. Es encontrar la fuerza en mis momentos de calma, como cuando enciendo una Ossa Wax y permito que su aroma me invite a detenerme y respirar.
A quienes han sentido la presión de “estar bien” cuando no lo están, les digo: respeten sus tiempos. Nadie tiene derecho a decirles cómo deben verse, actuar o sentirse. Y a quienes observan desde fuera, les pido: dejen el juicio, practiquen la empatía.
Cada uno de nosotros lleva un huevo por dentro que se rompe cuando es el momento, no antes. Respetemos el proceso de todos, porque solo desde ese respeto es que realmente podemos acompañarnos en los momentos difíciles.
Hoy te invito a darte el espacio para sostener tu dolor, pero también para seguir adelante. Porque ambos son posibles. Y en ese equilibrio está el verdadero poder de transformarte.
Gracias por visitarme, Ossa Fan.
Mami, eres una estrella en el cielo que ilumina mi vida. ¡Te amo!
1 comentario
Un mensaje que tocó mi corazón y mi alma. Comparto esos profundos sentimientos y te abrazo a la distancia…los recuerdos de cuando viví ese momento en mi vida con la perdida de mi papá, hace bastantes años, y el intentar explicar mi forma de llevar el duelo (llorando cuando nadie me veía y siendo más productiva) los demás no lo entendieron, era muy agotador intentar explicar que así podía enfrentar el dolor…todos tenemos tiempos diferentes y enfrentamos el dolor distinto, si nos diéramos a la tarea de entender sin juzgar el mundo estaría más cargado de belleza.